La consulta filosófica

La consulta filosófica

La consulta filosófica remite al  “cuidado de sí”, al “Conócete a ti mismo”, a una búsqueda de lo que sería una “vida buena”, a una búsqueda de sabiduría, a una toma de conciencia de sí y del mundo. No se trata de una andadura psicológica, en la que uno cuenta su vida y sus desgracias, ni de un coaching en el que se busca resolver problemas de la vida cotidiana, sino de un verdadero trabajo filosófico, en el que se plantean problemáticas, en el que se formulan hipótesis, en el que se conceptualiza el discurso, en el que uno se compromete con un proceso crítico. Ciertamente, se convoca al sujeto, pero para una puesta en abismo y no simplemente para que éste se exprese o para intercambiar opiniones. El diálogo se convierte en la ocasión de un cuestionamiento ceñido y preciso, en un lugar de exigencia para el pensamiento.

 

La consulta filosofica – Principos y dificultades

Todavía poco conocida, la consulta filosófica es una actividad que va tomando auge. Los métodos varían mucho según el filósofo práctico que la concibe y la aplica. En el presente texto abordamos las concepciones y métodos utilizados en el trabajo que venimos llevando  a cabo desde hace años en este terreno.

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Filosofar es reconciliarse con las palabras de uno

Una de las tareas principales de la práctica filosófica es la de animar a la persona a la reconciliación con su propio discurso, y por tanto consigo mismo. Estar en armonía consigo mismo, diría Spinoza. Como condición de una toma de conciencia, de un conocimiento de sí y del pensamiento propio. Esta afirmación parecerá extraña a algunos, pero a la mayoría de las personas que hablan no les gusta lo que dicen, no soportan oír sus propias palabras, y todavía menos mirarse. Se trata pues de oírse y entenderse, con el fin de poder pensar serenamente.

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Los conceptos espantapájaros

De siempre, de manera más o menos explícita, sin saberlo realmente, hemos llevado a cabo consultas filosóficas, informales, más o menos construidas. Más adelante, con el tiempo, hemos formalizado esta práctica. Después de haber decidido un buen día “oficializarlo”, tuvimos que descubrir que se da una cualidad específica en las consultas que se presentan como tales, seguramente debido al acento teatral del contexto, a una mayor puesta en escena, lo que incluye ciertamente el gesto que representa el intercambio económico así como lo que de ello deriva. Algo aparece más claramente en el esquema psíquico humano. Tuvimos que aprenderlo descubriéndolo a raíz de una de nuestras primeras consultas “oficiales”, un principio crucial que se reveló más adelante como algo muy útil. Algunos años más tarde pusimos nombre a ese principio: “concepto espantapájaros”, “concepto fantasma”, o “agujero negro del pensamiento”.

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