Ser alguien

Macbeth, el thane de Glamis, ganó heroicamente la batalla contra un ejército de rebeldes, confortando con su lealtad el poder del rey Duncan. Pero horribles fantasmas atormentan siempre el alma de los hombres. En este caso vienen representados por tres brujas, que predicen que nuestro héroe se convertirá en thane de Cawdor y rey ​​de Escocia. Macbeth de primeras se sorprende, y duda, pero, poco después, al saber que acaba de adquirir el primer título, se queda atónito. No necesita más, decide hacerse rey, y procede a asesinar a Duncan, a pesar del horror que tal idea provoca en él. Sus últimas dudas son, de alguna manera, superadas por la intervención de su esposa, Lady Macbeth, quien confronta sus dilemas con el cuestionamiento de su virilidad, de su propio valor. Ella desprecia el dilema moral de su esposo, que indica una falta de coraje. Pide a los poderes del mal que le ayuden a lograr hacer lo que se «debe». Como una astuta heredera de Eva, ella trama un plan, diciéndole a su marido que debe, traicioneramente, presentarse como un leal anfitrión cuando el pobre Duncan llegue a ciegas al castillo.

Macbeth, temiendo su propia nada, necesita ponerse a prueba a sí mismo, necesita dejar su huella en el mundo. Ser alguien, ser tratado con honores, tener poder, a cualquier precio. Tiene que aplastar en sí mismo la admisión de cualquier cosa que esté más allá de su miserable yo. La verdad, el bien o la belleza, son necesidades internas que pretende ignorar, en su loca búsqueda personal. Toda la obra dramatiza los dañinos efectos físicos y psicológicos de la ambición en aquellos que buscan el poder por el poder. A medida que se desarrolla la trama, Macbeth se ve obligado a cometer más y más asesinatos. Con el fin de protegerse de la enemistad y la sospecha, se convierte en un gobernante tiránico. Arrollado por la culpa, envuelto en una racha de violencia, sufre de una forma cada vez más aguda, de paranoia delirante. Por ejemplo, después de matar a su viejo amigo Banquo, observa a su fantasma entrando durante un banquete. Él responde con una diatriba sin sentido, sorprendiendo a la asamblea con su creciente locura. Inevitablemente, un baño de sangre y la consiguiente guerra civil lanzan rápidamente a Macbeth y a su esposa a los reinos de la locura y la muerte. Uno puede entonces concluir, como Shakespeare, que la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que nada significan.

IMG_4835

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *