La práctica filosófica
Ciertamente es posible afirmar que todo trabajo filosófico es una práctica, puesto que se trata siempre de un ejercicio de pensamiento. No obstante, la distinción que introducimos tiende a distinguir una cierta idea de la filosofía en la que no es tanto el conocimiento de autores, escuelas y tradiciones lo que nos interesa sino la actividad del pensamiento como tal. Entre Sócrates y Aristóteles se abre un foso importante. La filosofía como diálogo se transforma en una actividad de conferencia, en la que un maestro dispensa a sus discípulos los conocimientos que deben asimilar, una forma que hoy en día es hegemónica en la academia.
Por práctica filosófica, entendemos un ejercicio que no está pues reservado a una élite intelectual, pero que tampoco es una vulgarización de la cultura filosófica. Cuestionar, argumentar, problematizar, conceptualizar, analizar… gestos necesarios para ese arte marcial del pensamiento. Bien sea para interrogar y comprender el mundo, a los otros o a uno mismo, sea para determinar mejor nuestras acciones, o por el simple placer de pensar.
10 principios del ejercicio filosófico
Para todo juego, para toda práctica, como para todo ejercicio, hay que poner reglas, reglas que implican exigencias y constricciones específicas, reglas que, con ese fín, apelan a competencias específicas. Un juego no es un simple desahogo, pone un desafío a través de unas reglas. Reglas que hay que articular, proponer, definir, hacer comprender, utilizar, imponer, sin olvidar su permanente revisión. De hecho las reglas valen lo que valen, producen lo que producen, y nada más. Además, las reglas pueden, o deben, hacer parte integrante del diálogo: serán objeto de debate cada cierto tiempo, debate sobre el debate, elemento esencial de la perspectiva reflexiva y dialéctica a la que queremos dar prioridad. Es, por cierto, por esta especificidad de repensar permanentemente las propias reglas por lo que se distingue la práctica filosófica
Filosofar es dejar de vivir
« Los que se consagran a la filosofía de manera apropiada no hacen ni más ni menos que prepararse a morir y al estado de muerto.” Platón
“El Tao Te King es tan misterioso que uno se dispone a morir en cuanto lo entiende” Confucio
Si filosofar significa aprender a morir, aprender como morir, esto no puede hacerse más que entrenándose a morir. Así es que nuestra propuesta es que filosofar significa en efecto morir, con el fin de adquirir una verdadera experiencia de la muerte. Intentaremos pues mostrar en este texto que filosofar es dejar de vivir, o en otros términos, cómo la filosofía se opone a la vida. Aunque ese cesar de la vida bien sea una condición de la vida.
El arte de preguntar
Si hubiera que resumir el rol del profesor de filosofía en una función única, diríamos que es la de iniciar al alumno al arte de preguntar, acto fundador y génesis histórica del filosofar. La filosofía es un proceso de reflexión, un tratamiento del pensamiento, antes de ser una cultura, que no es más que su producto, la materia o el medio. Y como todo arte, ese proceso resulta de una actitud, se funda sobre ella.
Preceptos para el juicio racional y el diálogo
En este compendio, proponemos una decena de principios simples y fundamentales que nos parece que facilitan y estructuran la reflexión y el diálogo filosófico.
Libro de referencia: El arte de la práctica filosófica
La aparición de nuevas prácticas en el ámbito de la filosofía, las ganas de filosofar que se expresan de desde hace unos años entre el gran público, nos lleva a preguntarnos sobre la naturaleza del filosofar, y con ello a responder a los que cuestionan la legitimidad de esta nueva expresión del deseo filosófico. ¿Se trata de erudición, reflexión general sobre el mundo y la vida, sabiduría, análisis crítico? Este libro aborda la pregunta bajo diversas facetas. Ciertas actitudes, como el asombro y la radicalidad, o competencias, como el análisis y la argumentación, la problematización y la conceptualización, tratan de ser la vía para ponerse manos a la obra. También abordamos la dialéctica, la intuición, la consulta filosófica, etc.